viernes, 29 de enero de 2010

«Obrar la Verdad» - Josef Pieper

«Obrar la Verdad»
Josef Pieper


La prudencia, como base formal y «madre» de todas las virtudes humanas, es el troquel delicado pero firme de nuestro espíritu, que moldea el conocimiento de la realidad transformándola en ejecución del bien. Encierra en sí la humildad del escuchar silencioso, es decir imparcial, la íntima fidelidad de la memoria, el arte de dejarse informar de algo, la serenidad ante lo inesperado. La prudencia es gravedad pausada y, por decirlo así, filtro de la reflexión, a la par que audacia frente a lo definitivo del decidir. Denota nitidez, rectitud, apertura, imparcialidad de ánimo por encima de todos los enredos y utilitarismos únicamente «tácticos».

La prudencia es, como escribe Paul Claudel, la «sabia proa» de nuestra idiosincracia orientada a la perfección en la diversidad de lo finito.

En la virtud de la prudencia se cierra y sujeta el anillo de la vida activa de modo perfecto: al captar la realidad, el hombre interviene en ella, realizándose al propio tiempo a sí mismo en lo decidido y hecho. La hondura de todo esto se revela en una sentencia aparentemente extraña de Tomás de Aquino, según la cual la prudencia, virtud soberana del «gobierno» de la vida, consuma la dicha suprema del hacer.

lunes, 18 de enero de 2010

Josef Pieper y la Reflexión sobre el Mito y la Cultura - Héctor Padrón

Josef Pieper y la Reflexión sobre el Mito y la Cultura
Dr. Héctor Jorge Padrón


Universidad Nacional de Cuyo – Conicet, Argentina.




Preliminar

El propósito de este trabajo es destacar el valor y la significación del pensamiento filosófico de Josef Pieper para la historia de la filosofía y de la cultura contemporáneas a través de un tema preciso: el mito platónico, que esperamos obre como hilo conductor de nuestra reflexión. Nuestro esfuerzo se concentra sobre dos obras decisivas para el interés de nuestro tema: Sobre los mitos platónicos [1] y Entusiasmo y delirio divino. Sobre el Diálogo Fedro [2], sin descartar otras referencias posibles a la vasta obra del ilustre filósofo germano.

En el segundo libro citado de Pieper, Entusiasmo y delirio divino. Sobre el Diálogo Fedro, se lee un texto breve que sin embargo ilumina la intención profunda de nuestro estudio: “[...] siempre merece la pena, o si se quiere es necesario, escuchar a Platón. No exclusivamente para aprender algo sobre Platón mismo sino, ante todo, para aprender algo sobre algunas de nuestras cuestiones fundamentales de la existencia que él, Platón, ve y que intenta expresar e interpretar y frente a las cuales nosotros estamos siempre necesitados de consejo y esclarecimiento” [3]. Lo importante para nosotros es que estas palabras no brotan de la intuición brillante pero fugaz de un dilettante de la filosofía y de la erudición platónicas sino que, por el contrario, pertenecen a alguien que ha examinado y meditado junto a los Diálogos platónicos la bibliografía erudita sobre la filosofía de Platón desde el siglo XIX en las principales lenguas de cultura filosófica incluida la alemana, hasta los estudios más relevantes del siglo XX, con una acuidad y una paciencia encomiables. Alguien que ha esperado diez años antes de pronunciarse sobre la cuestión del Fedro platónico con un conocimiento y una reflexión rigurosas sobre las tan diversas y aún contradictorias opiniones de los scholars, con una penetración llena de genuina humildad y de sabiduría que lo hacen perfectamente consciente de no estar proponiendo ni la clave áurea de la interpretación ni, tampoco, disponer de todas las respuestas a las preguntas del texto y de la crítica erudita.

Por último, nos ha parecido necesario destacar un rasgo del pensamiento filosófico de Pieper -no menor- en el contexto de la cultura filosófica en el que se pronuncia caracterizado, por una parte, por el deseo que anima a muchos historiadores e investigadores de la filosofía de alcanzar en los Autores que estudian la realidad consistente de un sistema y; por otra parte, la dificultad manifiesta de lograr este propósito en el pensamiento filosófico de Platón. Pieper al estudiar a Platón, junto con muy prestigiosos estudiosos del Maestro, reconoce la imposibilidad de señalar algo que corresponda al sistema de Platón. Ahora bien, toda la cuestión consiste en discernir si la falta de un sistema obedece a un minus del pensar filosófico como tal o si, por el contrario, la renuncia a la formulación de un sistema homogéneo no depende de la gravedad de las contradicciones internas del pensar platónico sino, ante todo, como enseña Pieper, de la grandeza de unas ideas que se confrontan continuamente con una realidad concreta y profunda en cada caso con el temple que el pensar adquiere en los grandes pensadores: “[...] el silencioso respeto ante la impenetrabilidad del mundo” [4].

miércoles, 6 de enero de 2010

Creaturidad y Naturaleza Humana. Notas sobre el Planteamiento Filosófico de Jean-Paul Sartre - Josef Pieper


Creaturidad y Naturaleza Humana
Notas sobre el Planteamiento Filosófico de Jean-Paul Sartre
Josef Pieper


Ciertamente tiene razón Sartre en su observación (escrita ya en 1946) cuando dice que la palabra «existencialismo» se ha puesto en relación hoy con tan diversos hechos, que ya no dice nada, rien de tout [1]. Sin embargo, en sus propios escritos se encuentran no pocas y exactas respuestas, que no plantean duda alguna sobre qué entiende él mismo por «existencialismo». Esas respuestas no son fáciles, ciertamente, de reducir a un denominador común, pero se encuentran entre sí en una clara relación y la una interpreta a la otra y la hace comprensible. Quisiera citar tres de estas «definiciones» de existencialismo.

Primera: «El existencialismo no es otra cosa que el intento de sacar todas las consecuencias de una posición unitariamente atea» [2]. Ateísmo: ése es de hecho el punto de partida de Sartre, que él presupone sin aducir la más mínima argumentación.

Segunda: «No hay naturaleza humana... El hombre no es otra cosa que lo que él mismo hace de sí. Ese es el primer principio del existencialismo» [3]. Continuamente mantiene Sartre esta posición: «Es un hecho que... no hay naturaleza humana alguna en la que pudiera apoyarme» [4]. Y en la discusión con un colega, que mantiene una posición distinta en diversos aspectos, le merece estima constatar: «Somos de la misma opinión en el punto siguiente: no hay naturaleza humana» [5].

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